BOLITA.





Así es como lo recordaba.

La imagen de un mar infinito venía a mi memoria y el retrato de un paseo me sorprendía, ausente entre las nubes. Llevaba algo marrón, que junto con su brillo especial lo diferenciaba del resto de los caminantes. En ese mismo momento, la imaginación me llevó a un sentimiento de necesidad, un querer y no poder. Susurrar al oído que estoy aquí, regalar una sonrisa con sabor a verano y ver, poco a poco, como el atardecer de tus ojos se cierra en un suspiro. Se trataba de esperar por un mar lila oscuro y verde, una cuenta atrás que había comenzado no hacía mucho, en la que el silencio contaba cosas indescifrables.






































































































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