2015











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Los ojos de Colette eran grandes. Trascendían lo que miraban y aquella noche contemplaban el infinito. Sintió cómo todo lo que la rodeaba volvía a su lugar. Fue como si hubiese aterrizado de repente después de mucho tiempo sin gravedad. La calle casi estaba en silencio, con algún ruido de coche, pasajeros abandonado taxis y zapatos de tacón. En la habitación, toda ella de un blanco roto que hacía soñar, nacieron ideas, futuros proyectos, mientras la música sonaba suave, como un susurro, por los pequeños altavoces del ordenador.




buenos días 2015


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